sábado, 20 de abril de 2013

Ataques al Arte: La Pietá. Michelangelo Buonarroti

      “¡Yo soy Jesucristo, resucitado de entre los muertos!” Con estas palabras Laszlo Toht, un australiano nacido en Hungría golpeó hasta en quince ocasiones el rostro y uno de los brazos de la Virgen de La Piedad de Miguel Ángel, el 21 de mayo de 1972, que paradójicamente coincidía con el día de Pentecostés.
       Rápidamente fue detenido y llevado a un manicomio italiano, (donde permaneció durante un año hasta ser deportado a Australia) y la escultura pasó rápidamente a ser restaurada. Los daños ascendían a la rotura del brazo izquierdo, del codo del mismo brazo, nariz totalmente destruida y párpados gravemente dañados. En unos laboratorios cercanos a los Museos Vaticanos y bajo la responsabilidad del director Deoclecio Redig de Campos, se procedió a la intervención. Se reutilizaron fragmentos originales, y una pasta hecha con un pegamento especial y polvo de mármol. Todo ello basado en múltiples modelos y fotografías del famoso conjunto escultórico.
        Esta obra, realizada por Miguel Ángel cuando solo contaba 24 años (1499) tiene unas dimensiones de 174 por 195 centímetros, y representa el momento en el que el cuerpo de Cristo, descendido una vez muerto de la cruz, descansa sobre el regazo de su madre.
       La obra fue encargada por el cardenal San Dionisio, aunque no pudo verla en vida ya que falleció días antes de que se entregara. Por eso mismo, el primer sitio donde fue colocada fue su tumba en la Capilla de Santa Petronila del Vaticano. Hoy en día está colocada en una capilla en la Basílica de San Pedro desde 1749. Tan bella es, que la gente al verla exclamaba que no podía ser el fruto de manos humanas, y en un ataque de furia (característico de su mal genio) cogió un cincel y grabó en la cinta que cruza el pecho de la Virgen: «Michael Angelus Bonarotus Florentinus Faciebat» («Miguel Ángel Buonarroti, florentino, lo hizo»). Siendo la única obra que firmó en toda su vida.
       A pesar de las heridas sufridas por aquel loco sigue brillando en un alarde de majestuosidad y divinidad, y a un frenesí pulidor que hace que la luz resbale en un sfumato increíble. Y con piedad y descanso eterno puede ser admirada detrás de un cristal blindado resistente a las balas, por si acaso en una futura ocasión, otro “Jesucristo” va a visitarla con algo más que un martillo.


http://www.youtube.com/watch?v=yfSWLecUQKI 



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