Corría el primer día del mes de marzo del año
2001 cuando el gobierno talibán, los Señores de la Guerra decidieron
destruir los dos Budas gigantes del valle de Bamiyán (38 y 35 metros de
altura) tallados por monjes budistas en el siglo VI en pleno centro de
Afganistán.
No fueron los propios talibanes lo que llevaron a cabo
esta infamia contra este Patrimonio de la Humanidad, pues en esa labor
se obligó a uno de los lugareños, llamado Syed Mirsa Hussain, que tuvo
que ayudar contra su voluntad a
destrozar las insustituibles estatuas. Hussain vivía en aquel entonces
en una gruta cerca de las estatuas. No logró huir con suficiente rapidez
cuando los talibanes entraron en Bamiyan.
A Hussain lo
encarcelaron en 2001, y habla de tortura y denigraciones, mientras eso
ocurría, los talibanes comenzaron a destrozar las estatuas. Primero
dispararon contra ellas con tanques y armas pesadas y después detonaron
dinamita a sus pies, pero los monjes budistas habían hecho un buen
trabajo. Y las estatuas se mantenían en pie.
Por eso los
talibanes pusieron en marcha el “Plan B”. Obligaron a Hussain y a otros
tres lugareños a ayudarles en su despropósito. Todas las mañanas le
recogían de la prisión y, colgando de una cuerda por encima de las
estatuas, le obligaron a taladrar agujeros en la piedra con un
destornillador. Luego los llenó de explosivos y le retiraron.
Los talibanes detonaron los explosivos desde la distancia. Tuvieron que
pasar días hasta que las gigantescas estatuas fueron destrozadas.
"Estábamos muy furiosos", dijo Hussain. "Las estatuas no sólo eran
importantes para Bamiyan y Afganistán, sino para el mundo entero". Ya
antes los talibanes habían destrozado otras obras de arte, especialmente
las representaciones humanas, prohibidas por su extrema interpretación
del islam.
Omara Khan Massudi fue durante el régimen
vicedirector del Museo Nacional de Kabul y hoy es el jefe del Museo en
la capital afgana. Según afirma ahora, abandonó su puesto debido a la
furia destructiva del patrimonio nacional. "Mi tarea era proteger las
obras de arte".
Desde 2004 trabaja el arquitecto alemán Georgios
Toubekis, al servicio del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios
Histórico-Artísticos compuesto por geólogos, restauradores y arquitectos
que intentan recomponer las estatuas fragmentadas como si fueran un
enorme rompecabezas. Y se cree que podrá ser reconstruidos en su
totalidad, todo ello financiado por el ministerio alemán de Relaciones
Exteriores, pues como declaraba Massudi: “la reconstrucción por parte de
nuestro país es inviable, no tenemos para escuelas, hospitales, no
vamos a tener para volver a levantar esas obras de arte milenarias”.
El lamento de este hombre oída finalmente por este grupo de
especialista pondrá fin a más de una década de un espacio vacío que
dejaron estos colosales Budas. Y no solamente un vacio físico, sino
también patrimonial, de unas esculturas hechas con las manos de hombres
hace siglos, y destruidos por la exaltación tergiversada de unos textos
sagrados demasiado complejos para esas mentalidades radicalizadas.
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