Hay obras de arte a las que les persigue la
mala fortuna en sus plácidas (o no tanto) estancias en los museos. En
este aspecto la Ronda de Noche (llamado así a posteriori por la
acumulación de suciedad que hizo oscurecer las capas de barniz, ya que
la escena se desarrolla a plena luz del día) se lleva la palma.
A
parte del recorte al que fue sometido en el siglo XVIII debido a que su
nueva ubicación demandaba un menor tamaño del lienzo, cuenta también en
su historial de vandalismos de un ataque
por parte de un desequilibrado mental el 14 de Septiembre de 1975, que
la acuchilló haciéndole cortes en zig-zag. O el ataque que en 1985
recibió de manos de un visitante que roció con un spray de ácido la
obra. Los guardias de seguridad rociaron con agua destilada el óleo, en
una escena totalmente surrealista.
Del primer ataque quedan aún
marcas que son visibles hoy día, del segundo no quedó rastro, ya que
solo dañó el barniz que fue restaurado posteriormente.
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